Cuando el profe se hizo punk

por Mato Ludueña

Alex Cox

I.
Difícil resulta encasillar a Alex Cox dentro de un estilo de directores, aunque lo que si sabemos con certeza es que es un director nato, piensa como director, entiende un lenguaje cinematográfico, y se apropia de él para reproducir su propio universo. También sabemos que cuida a los perros callejeros, que habla muy bien en español y que lleva puesta una remera con unas inscripciones que dicen «Punk is not dead».
II.
Alex Cox (Bebington, 1954) comenzó su vida universitaria en la Universidad de Bristol en donde estudió Radio, TV y Cine, los finalizó con todos lo honores como el cadete Rojas (El Patrullero, 1991) y se mudó a EE.UU. en donde siguió con sus estudios de cine en la Universidad de Los Ángeles (UCLA). No es un dato menor ya que estos estudios y haber dirigido un interesantísimo mediometraje llamado Edge City/Sleep is for Sissies -un surrealista viaje por la ciudad y un artista que se enemista con la sociedad- fue lo que le permitió empezar a filmar con los estudios Universal, claro que un con un bajo presupuesto (algo que siempre caracterizó su cine).
III.
Cox filma su primer largometraje Repo Man (1984), una obra cercana al género fantástico, llena de subcultura punk y que iba a marcar a toda una generación, sobre todo por hacer de Emilio Estévez un personaje subversivo y rebelde, que identificaría a todo el angst adolescente que por aquella época abundaba, y que se dedica a «robar» autos como forma de pago a deudores morosos… Y se mete con los Autos (con mayúscula): esa casa rodante que representa status social, representa virilidad, representa el viaje iniciático, osea: un arma simbólica importante para la cultura yanqui. Harry Dean Stanton cómo líder y mentor de los “Recuperadores”, rodando por todo Los Ángeles sin saber que unos extraterrestres tienen planeado hacer añicos la Costa Oeste estadounidense. Y ahí es donde empieza el autor.
IV.
Desde su primer película Cox nos otorga indicios de su cosmogonía. Aquella cinematografía colmada de incongruencias, anacronismo, absurdo, personajes renegados y estrambóticos pero necesarios en una cultura. Este parece ser su canal, su vehiculo crítico, a la hora de mirar con la mayor objetividad posible, la idiosincrasia de sus lugares, por un lado Liverpool y por el otro Los Ángeles. Su mitad inglesa y su mitad estadounidense. En Tres hombres de negocios (1998), dos hombres de negocios (uno de ellos interpretado por Cox) buscan un lugar para cenar y tomar algún trago en la noche de Liverpool. Mientras recorren toda la ciudad, tanto el diálogo como su recorrido se trasforman en un zapping televisivo, en donde se emite un juicio sobre todos los temas hablados –principalmente de la ciudad inglesa- y casi sin darse cuenta, los personajes transitarán por las principales ciudades del mundo, terminando el periplo en México, ya de día, y por fin cumpliendo con sus ansias de cenar. Mientras que en Walker (1987) -planteado como western- , la historia parece corresponderse con datos reales de William Walker, aquel político-militar y doctor norteamericano que termina siendo presidente en Nicaragua vía colonización e invasión a Centroamérica motivada por magnates capitalistas. (Un personaje de la historia mundial que fue considerado El Filibustero del siglo XIX). La diégesis se corrompe hacia el fin del film, cuando Cox decide trazar un paralelismo entre esa acción del gobierno de EEUU y la política contemporánea (es decir: de la década de los ‘80 bajo el régimen de Ronald Reagan), insertando en una narración situada en la segunda mitad del siglo XIX, elementos como un auto Mercedes Benz, un helicóptero, cigarrillos Marlboro y varios anacronismos que harán enfurecer no sólo a los espectadores yanquis sino también a la crítica especializada. Siendo ésta su crucifixión, terminando en la lista de personas non grata -debido a que Universal Studio financió esta película- y que como resultado daría comienzo a una etapa de producción independiente que depuraría su excéntrico estilo narrativo. Como cola reverberante de esta situación, Cox deviene dos figuras posibles: por un lado director de culto, por otro presentador de películas de culto, en un programa semanal de la BBC2 titulado Moviedrome.
V.
Estamos frente a un director muy poco improvisado, cada decisión cinematográfica de Alex Cox parece resultar perjudicial para su prestigio, pero al contrario darnos cuenta de una persona convencida de sus ideales políticos y sociales, con un humor que se evidencia en cada uno de sus trabajos y con un background crítico que lo respalda.
Entonces, ¿dónde radica el elemento atractivo, conquistador del universo Cox? Como todo director de culto eso es un misterio, pero quizás, de manera prematura, podemos deducir que inevitablemente Alex Cox nos induce a experiencias narrativas de lo más extrañas, y está en nosotros, como espectadores, permitirnos esa posibilidad.
(texto que presenta el Foco Alex Cox programado para Julio)
Programación completa del ciclo:
3/7 – Repo man /  10/7 – Tres hombres de negocios / 17/7 – Walker / 24/7 – El patrullero / 31/7 – Tragedia de vengadores
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