28/6: CÓMO ESTAR MUERTO / COMO ESTAR MUERTO de Manuel Ferrari

Última función de nuestro estreno argentino de Junio.

Cómo estar muerto / Como estar muerto de Manuel Ferrari (Argentina, 2008, 80′)

Creo que es a poco del principio de Cómo estar muerto/Como estar muerto que su protagonista aclara: “Hoy es x día de Diciembre de 2006, son las x horas con x minutos”. El acontecimiento permite por lo menos dos lecturas. La primera es literal: es x día de Diciembre de 2006, son las x horas con x minutos. No importa el dato sino la idea misma de literalidad, de exactitud, como herramienta para pensar la manera en que se sitúa la película: un aquí y ahora casi absoluto, un fuera de campo apenas, telefónicamente sugerido. Pero se podría contestar a esta idea con otra frase, en este caso una queja, también robada a los personajes: “siempre tan literal”. Ciertamente, hay otra alternativa, un poco más abstracta, acaso más alegórica, de oír el apunte cronológico. En la cadencia casi robótica, monocorde con que el actor lo dice se desliza una broma; una ironía desprendida de ese repentino trazo grueso, irrupción voluntariamente tosca en una película de suma elegancia. Como si en ese exceso para precisar un marco de referencia, Manuel Ferrari nos hablara justamente de lo contrario. En efecto, dos voluntades que uno supondría contradictorias se combinan con armonía en Cómo estar muerto/Como estar muerto: a ese profundo apego a la inmanencia de las acciones, a esa literalidad, se le atraviesa el instinto por tomar ese marco conocido, urbano, y reapropiarlo con el anhelo de otra cosa. Ferrari rastrea la imaginación, la aventura y la belleza en ámbitos posiblemente hostiles a semejantes cualidades. Se impone como primera condición escapar de la escuela. Tras hacerlo y ganar aire y tiempo de sobra, lleva el teatro a los espacios públicos, encanta la atmósfera en blanco y negro, improvisa mentiras, descubre laberintos guardados en recorridos cotidianos. Se podría pensar en dos excusas trabajando por apuntalar a la otra: una le roba decorados a Buenos Aires para representar ficciones; la otra elabora un puñado de artificios para poder registrar la urbe. El mérito está en articular sendas pulsiones en un mismo universo y hacer que fluya con ligereza. Ferrari piensa el cine del mismo modo que pasea por su ciudad. Plenamente consciente de su tradición y sus materiales, los manipula con inventiva hacia zonas novedosas. Mientras dichos juegos fluyen ante sus ojos, el espectador podrá notar que esta ópera prima homenajea a la historia del cine al mismo tiempo que la sorprende. Martín Alvarez
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Sobre la película también pueden leer un breve comentario de Roger Koza, uno más largo de Martín Iparraguirre, o una pastilla de Quintín.
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